El saber no ocupa lugar
Cabeza de campesino
Siglo XX
Obra en formato rectangular, realizada con acuarela sobre papel. Sobre un fondo neutro en tonalidad oscura, se presenta, mediante formas bulbosas, el retrato de una figura masculina de busto, ataviado con ropa y tocado por un sombrero en tonalidad blanca.
Desde el punto de vista histórico, el siglo XX se ha caracterizado por cambios, transformaciones, tensiones y enfrentamientos bélicos entre las grandes potencias mundiales. Estos hechos acontecieron, en su mayoría, en la primera mitad de siglo, con fatales hechos como la Primera y Segunda Guerra Mundial, la posterior Guerra Fría o, concretando en el territorio nacional, la Guerra Civil y la consiguiente instauración de la Dictadura Franquista.
En el entorno cultural, fue una época dominada por transformaciones y progreso, siendo uno de los principales valores la modernidad y la sustitución de lo viejo por lo nuevo. Surgen, en torno a la renovación europea de la segunda mitad del siglo XX, nuevas corrientes estéticas y filosóficas que condicionan el mundo del arte en general. Algunas de ellas, como el surrealismo, futurismo, la abstracción o cubismo se preceden de importantes reflexiones en torno a la situación social, la crítica del Academicismo anclado en el pasado y la motivación de crear y manifestar por el arte el nuevo tiempo vivido.
Se trata de una etapa en la que las vanguardias artísticas afloraron intensamente en Europa y, aunque con cierto retardo, también en España. Surgen movimientos críticos y rompedores con el academicismo anterior: cubismo, expresionismo, surrealismo, abstracción… Sin embargo, esta situación excepcional tomó un cauce diferente en la Península, debido a la irrupción de la Guerra Civil Española (1936-1939). Tras ella, la instauración del Régimen Franquista, el panorama y la creación artísticas estuvo bajo unas estrictas pautas y gustos marcados, sin dejar a penas espacio a las nuevas disciplinas.
En esta situación bélica y de posterior represión, muchos de los artistas e intelectuales del panorama español, se vieron en la obligación de exiliarse a Francia, Alemania, Argentina, Chile, México; otros muchos permanecieron en España y continuaron su obra, bajo los dictámenes del régimen.
Narbón se encuentra entre los artistas que permanecieron en el territorio español. Sin embargo, no desarrolló su obra vinculada a la política, sino que, al margen de los gustos comerciales, en los difíciles años cincuenta y sesenta, se preocupó tan solo de utilizar su dicción plástica como testimonio del mundo en el que vivió.
En la presente, Cabeza de campesino, se representa un retrato de un campesino sobre un fondo neutro, en un plano corto. Es una representación deformada de la realidad que pudo percibir Narbón del personaje. Aparece con un tocado de color blanco a juego con su vestimenta. En su rostro surge una nariz, barbilla y oreja, aunque de forma esquemática e irreal. El tema del campesino es muy recurrente en la obra del artista, ya que ha realizado otros retratos referentes a ello, quizá por su vida cacereña ligada al paisaje y al tema rural.
Juan José Narbón Terrón
01/01/1927 - 07/04/2005
Juan José Narbón Terrón nació en San Lorenzo del Escorial en 1927, siendo el tercero de un total de cuatro hijos. Los primeros años de su infancia se desarrollaron sin contratiempos, aunque, posteriormente, su adolescencia y primera juventud, fueron etapas que estuvieron llenas de privaciones y sufrimientos, junto con la pérdida de su padre, desaparecido en la Guerra Civil Española (1936-1939). La continuidad prolongada de la situación bélica y el número elevado de víctimas que conllevaba, será un hecho muy presente en la juventud de Narbón, pues su familia se vio obligada a emigrar a Francia, exactamente a Jainy-Yonne, cerca de París. Tras este periodo, regresaron a España, concretamente a la localidad extremeña de Cáceres, donde Narbón comenzó a desarrollar de una manera notoria, ya desde sus inicios, claras características de su peculiar plástica. Ciertamente, aunque modificó y transformó su obra en el contacto con diferentes estilos y movimientos, siempre, se mantuvo fiel a la representación en sus trabajos de las costumbres y los paisajes del ámbito rural extremeños, una de las particularidades más importantes en Narbón. Debido al carácter inquieto de Juan José Narbón y su afán experimental e investigador, su obra está influenciada y referenciada, por movimientos como la neofiguración de Bacon, el postdadaísmo de Wolf Vostell o, entre otros, del surrealismo de Gordillo. Dentro de ella, se pueden distinguir varias etapas: la primera, y más importante, es la abstracta, la cual asimila estilos como el informalismo y expresionismo abstracto que entonces representaba la vanguardia crítica española, con artistas como Tápies, pero también los estadounidenses Jackson Pollock o Willem de Kooning. Más tarde, pasó hacia una versión más expresionista del trazo con obras como las “Romerías” y los paisajes rurales. Así, en la primera mitad de los setenta, desarrolló obras que denotan su gran admiración por la tierra y las costumbres extremeñas, creando la metáfora y el símbolo de lo regional y la simbiosis de figuras de personajes humanos rurales, lacerados y deformados, con burros y animales, canchos graníticos y la dehesa; los colores serán ocres que se agrisan, azules y verdes que se hacen plomizos y plateados. En la segundad mitad de los setenta, mezcló la figuración expresionista con el surrealismo, la pintura con el collage y su ya manierismo rural es roto con tachismos, manchas, colores oscuros y estridentes. Tras ello, en la segunda mitad de los ochenta, el espacio y su estructuración se encuentran presentes, y hace series como “Puertas”, “Escaleras” o “Burros”, con colores armonizados en tonalidades marrones, amarillas, grises azulados, suavizadas por un estado anímico que ya no es tan contestatario, pues la poesía preocupa más que la lucha. Capítulo importante de su obra fueron los dibujos, rápidos e intuitivos y gestuales, o más complejos y recargados, pero también sintéticos, huyendo del naturalismo, donde las cabezas de campesinos y los burros, fueron los iconos fundamentales y recurrentes, definidores de una etnia, un linaje, un sentimiento profundo. Narbón ejerció la docencia como profesor de la Escuela de Bellas Artes de la Diputación de Cáceres; así como de asesor de exposiciones, obtuvo el reconocimiento de las instituciones extremeñas al concederlo la Medalla de Oro de Extremadura o galardones como el Tercer Premio de la VI Bienal Extremeña de Pintura por su obra Hombres y Animales. En la actualidad, además de en otras entidades públicas extremeñas, una parte importante de su obra se encuentra expuesta en el Museo Narbón de Malpartida de Cáceres, proyecto iniciado en 2001 por la Caja Extremadura al haber adquirido, estando en vida, un lote importante de obras.
Ficha técnica
Colección
Colección Narbón
Autor
Juan José Narbón Terrón
Serie
SIN SERIE
Fecha
Siglo XX
Dimensiones
41 x 34 cm.
Procedimientos
Acuarela sobre papel